La suprema realización de la vida
- IPAD Ministerio Restauración USA
- May 8, 2024
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Alguien preguntó: ¿Cuál es el valor supremo de la vida?
Uno contestó el conocimiento que se adquiere a través de la disciplina del estudio e investigación científica. O sea, la ciencia. Y muchos se han lanzado detrás de esta empresa con la esperanza de lograr la realización en la vida.
Salomón fue uno. No sé si pidió mal cuando se le dijo que pidiera lo que quisiera, o si no supo usar bien el conocimiento que se le dio, pero lo que leemos en el libro de Eclesiastés que se le atribuye a él es el vacío que provoca transitar la senda del conocimiento cuando perdemos de vista al que da el conocimiento.
En este afán de llegar a la cima del conocimiento a través de la ciencia los humanos han sacrificado tiempo, riquezas, la salud, familia, ¡y cuantas cosas más!
Madame Curie, la que descubrió los rayos X, sacrificó sus dos hijas y su salud. Pasaba largas horas, a veces toda la noche sin dormir, sumergida en sus investigaciones. Lamentablemente adquirió un tipo de anemia que destruyó su cuerpo al estar en contacto con los elementos radiactivos. En los últimos años de su vida renunció a su fe negando al Dios que le dio la vida.
El que desarrolló la bomba de hidrógeno murió con un tumor canceroso en su cerebro a raíz de la exposición en sus investigaciones. Un judío por quien el Espíritu Santo luchó para salvarlo en la hora de su muerte, murió blasfemando al Espíritu Santo.
Muchos de estos científicos vivieron vidas disfuncionales. La vida personal fue un desastre pues el continuo aislamiento por el afán de los estudios los llevó a sacrificar lazos de amor y de amistad y se convirtieron en ermitaños en su propio mundo. Y no es que sea malo alcanzar conocimiento, llegar a la cúspide de la ciencia, pero nos hemos dado cuenta que su tortuoso sendero lleva a un vacío, a un desierto donde no hay agua.
Un ejemplo lo vemos en los modernos adelantos científicos que en lugar de ser aprovechados para el beneficio de la humanidad (porque tienen sus beneficios) están siendo un usados para la destrucción del medio ambiente y los humanos. Lamentablemente hoy se ha erigido un altar a la ciencia. La ciencia es una religión. La tal llamada religión del cientismo es el ídolo de esta generación presente donde se adjudica más importancia a lo que dice la ciencia que lo dictamina la Palabra de Dios.
Quiere decir entonces que el valor supremo de la vida no es la ciencia a donde se llega a través del conocimiento.
Otro dijo: "las riquezas". Y muchos se han lanzado por este incierto sendero minado de avaricia, afán y ansiedad. Las riquezas se han convertido en el tropezadero de piadosos hombres y mujeres de Dios. El problema de las riquezas es que desarrollan un insaciable apetito. Un monstro que no puede ser controlado. Mientras más se tiene más se quiere.
Otros han estado usando sus riquezas para la destrucción de la humanidad. Con su dinero ha adquirido millones de hectáreas de terreno a través de la nación y han auspiciado sistemas de alteración genética en los frutos lo que se predice llevará a una hambruna a nivel global.
En Salmos 62 la Biblia nos advierte: Por cierto, vanidad son los hijos de los hombres, mentira los hijos de varón; pesándolos a todos igualmente en la balanza, serán menos que nada.10 No confiéis en la violencia, Ni en la rapiña; no os envanezcáis; si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas. 11 Una vez habló Dios; dos veces he oído esto: Que de Dios es el poder, 12 Y tuya, oh Señor, es la misericordia; porque tú pagas a cada uno conforme a su obra.
Alguien más opinó y dijo: “No, el valor supremo de la vida es el amor.” ¿Cuál amor? Por supuesto que no es el de Dios. Jamás humano alguno podrá entender el amor de Dios. Y generalmente nadie acepta algo que no entiende. Y como no se entiende no es tomado como brújula en la vida. ¿Por qué? Porque la cualidad esencial del amor de Dios es el sacrificio y nadie quiere sacrificarse por otro. Nadie quiere ponerse en el lugar del otro. Pocos aman por nada, sin recibir nada a cambio. Por eso es que el amor de Dios es algo incomprensible para el ser humano.
En cierto momento alguien dijo: “Yo no puedo amar a Dios porque me hizo feo.” Tomo esto como ejemplo porque si yo mido el amor en base a unas cualidades físicas he tropezado y he caído en un laberinto de donde quizás no haya salida.
Lamentablemente esta generación ha estado bebiendo día a día, dosis por dosis, del furor del vino de la fornicación de este sistema de Babilonia. Por eso, los padres nunca deben desperdiciar el tiempo con sus hijos. No deben sembrar valores estériles en sus corazones. Cosas que a la larga se conviertan en tropezadero. A los hijos hay que enseñarlos a amar a Dios. Y esto se hace con el ejemplo y con el libro sagrado en la mano. No hay otra manera.
En Isaías 28 nos dice la Escritura: ¿A quién se enseñará ciencia, o a quién se hará entender doctrina? ¿A los destetados?, ¿a los arrancados de los pechos? Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá; … La palabra, pues, de Jehová les será mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá;... Isaías 28:9-13
En Romanos 10:14 el Espíritu Santo a través del Apóstol nos dice:
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?
Cada ser humano adjudica valor a las cosas de acuerdo con sus preferencias, formación cultural e inclinaciones. En medio de este laberinto de ideas, información y conocimiento se nos muestra un sendero. Un sendero estrecho por donde apenas podemos transitar, y es la revelación que Dios ha hecho de sí mismo para que le conozcamos y le busquemos.
Este es el supremo valor de la vida. El conocimiento de Dios. Porque el conocimiento de Dios es la gloria del hombre.
Dios hablando a través del profeta Jeremías nos dice: Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová. Jeremías 9:24
¿Pero cuál es la actitud de la gente? En Job 21:14 dice: Dicen, pues, a Dios: Apártate de nosotros, porque no queremos el conocimiento de tus caminos.
Y en Jeremías 6:16 dice: Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.
Dios quiere a cada ser humano para Él porque cada uno es creación suya. Él nos hizo para la alabanza de su gloria. Pero tiene que haber disposición en mi corazón para conocerlo. Tengo que propiciar circunstancias. Tengo que rendir y humillar mi corazón ante Él. ¡Yo tengo que buscar a Dios! Llamarlo, invocarlo y permitir que cada fibra de mi ser vibre en su sintonía. Yo tengo que expresarle mi alabanza y mi adoración con todas las fuerzas de mi ser.
Yo tengo que luchar contra los argumentos de mi mente y la opinión popular que permea. Como dijo el apóstol en 2 Corintios 10:5 …derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo
Jesús lo comparó al hombre que encontró una perla preciosa, fue lo vendió todo y adquirió aquella perla.
En Filipenses 3:8 el apóstol Pablo dice: Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo.
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